Súper
estimulados por sus hermanos mayores, muy queridos por todos, simpatiquísimos,
seguros de sí mismos, en ocasiones criados en un mundo de grandes.
En general son niños seguros de sí mismos, suelen ser educados por papás
más relajados, que han aprendido a discriminar lo que vale la pena y que
no les exigen tanto como a los hijos mayores. Eso sí, hay que reconocer
que a veces se relajan demasiado con la disciplina.
Los menores suelen ser niños muy queridos y sus hermanos los estimulan
todo el día, les hablan, les ayudan a caminar. En el colegio los mayores
los van a ver un ratito a la sala o estando en la fila los saludan junto a
sus amigos; todo eso es fantástico para ellos.
Si bien no hay una situación única, ni cánones establecidos, si se trata
de una diferencia de años importante con sus hermanos (cuatro años o más)
puede costarle más marcar su identidad: cuando los hermanos son seguidos,
se miran entre ellos y se van diferenciando.
En cambio, cuando la distancia es mayor hay menos instancias para defender
lo que realmente les gusta, mostrar rasgos personales como si son o no
tolerantes...en cuanto a los papás, hay veces en que este hijo recibe un
trato de exclusividad, tipo hijo único, y el error está en no discriminar
que hay espacios íntimos de los adultos y momentos reservados para los
hermanos grandes.
El tema de las normas es todo un desafío para los padres de estos niños.
Les cuesta darles un "no" y les aplauden cuanto realizan.
Esto, puede
volverlos muy queridos y seguros de sí mismos, pero también puede revertir
en personas narcisistas, que no tolerarán jamás una crítica. Son niños que
reciben gran afecto, lo que les da una positiva seguridad en sí mismos.
Como sus hermanos son más grandes, ellos no sufren celos.
Los hijos
mayores tampoco rivalizan con él, porque ya han crecido.
La doble paternidad de padres y hermanos los llena de cariño.
En cuanto a
la relación con los padres, estos hijos gozan de una verdadera panacea:
padres experimentados, y sin ansiedades. Crece en un ambiente
multifacético, en un mundo donde muchas preguntas ya han sido respondidas.
Esto le permite participar en pensamientos más completos y complejos. Su
nivel de convivencia es más abundante: en su casa entran y salen los
amigos de sus hermanos y así, suelen crecer en un mundo mucho más abierto.
El lugar del hijo menor es también muy difícil para muchos. Un niño menor
tiene muchas inquietudes para desarrollarse, pero todo el tiempo se le
está diciendo que él no puede; "estás chiquito", cuando muchas veces son
los que mejor perciben las situaciones del hogar, inclusive los ambientes
emocionales. El rechazo, aunque expresado por los hermanos y encubierto
por los padres, aumenta el sentimiento de soledad mientras mayor es la
distancia en edad.
Esta distancia es importante para sentirse más o menos
querido, más o menos confiado en las propias capacidades. Más o menos apto
para emprender una carrera que representará una campo inexplorado. Pero
también un impedimento para elegir. Por un lado tiene necesidad de mostrar
que sí puede. Una carrera de altos requerimientos los ayudaría a
reivindicarse, pero en esto tienen poco apego a la realidad de sus propias
capacidades. Igual que en sus relaciones sociales, muchos se relacionan
con personas más como un reto que como relación de igual a igual. La
fantasía, abandonada por la mayoría de los adolescentes alrededor de los
15 años, en ellos tiene fuerte arraigo mucho después.
De ahí que la elección de carrera debe llenar una amplia expectativa
fantaseada. Han visto en sus padres la evidente vejez y próxima jubilación
o enfermedades incipientes. Así que la carrera debe sustituir a ambos: por
un lado la solvencia y/o capacidad económica de los padres, y por otro,
permitirles recuperar su baja autoestima.
Autoestima que por momentos
parece muy elevada cuando emprenden aventuras riesgosas. La elección de
carrera en estos jóvenes es, pues, difícil pues pocos pueden seguir
negando la realidad: los padres ya no son jóvenes, y pronto entrarán en
una etapa de poca productividad en un mundo deshumanizado donde lo
requerido son jóvenes, al menos mientras los exprimen al máximo.
Por otro lado, también están los padres: se preocupan por su propio futuro
si ya no van a trabajar. O, no sólo eso, muchas veces las expectativas no
logradas por ellos o por los otros hijos son férreamente cinceladas en
estos chicos. "tú no vas a fracasar como tus hermanos", o, "tú si vas a
tener éxito en la carrera" todos mensajes que los paralizan, pues ¿quién
puede asegurar el éxito al elegir una carrera?
Tal vez no todos estos jóvenes fueron privados prematuramente de la
satisfacción de un propio esfuerzo; del gusto de haber logrado algo
gracias a que hubo un adulto que tuvo confianza en ellos y los guió el
tiempo suficiente para hacerlos sentir: primero, importantes para alguien
(en este caso el padre o madre o su sustituto); segundo, la práctica de
ser hijo y ceder a la autoridad del padre, sin devaluarla, hace la
posibilidad de aceptar aprender de otros; a quienes, al menos
transitoriamente, les concede la autoridad del saber, tan importante para
las relaciones sociales; tercero, esta práctica de interacción entre
adultos y niños hace la diferencia pero también la capacidad de comprender
a los pares; así se puede comprender mejor a los hermanos de quienes sólo
se recibieron reproches producto de la envidia ante los bienes materiales.
A veces uno encuentra joyas en estos muchachos. Muchos prefieren no crecer
al elegir una carrera y acceder a una responsabilidad con la fantasía de
que así sus padres no se hagan viejos: el escucharlos es cuestión también
de entender sus motivaciones inconscientes plagadas de fantasía a edades
en que ya debían haberla reducido y construir con ellos el acceso a su
realidad.