Ver, oír y callar. Es el mejor axioma que pueden adoptar unos suegros
prudentes, con ganas de mantener una familia unida. Tarea algo difícil, si
no se siguen unas normas mínimas de convivencia. Es importante refrescar
la memoria –sobre todo en el caso de las suegras- y ponerse en el lugar de
las nueras.
Hasta hace no mucho, una también era nuera y tenía una suegra. Y había
cosas que se apreciaban de corazón y otras que se detestaban con toda el
alma. Pues conviene no olvidarlo, para no tropezar de nuevo con la misma
piedra. La nuera o el yerno lo agradecerán y se evitarán –a ciencia
cierta- malos tragos.
Los sociólogos consideran que los suegros algo despistados gozan de mayor
éxito que el resto. Parece que despiertan ternura y que se les quiere más.
Por eso no está mal seguir el siguiente consejo: Cuando me piden, doy.
Cuando me invitan, voy; sino, me quedo donde estoy. Ya de por sí la sola
palabra "suegros" suena fea a los oídos, mejor deberíamos decir "padres
políticos". La palabra "suegros" nos sugiere que nos van a gruñir o algo
por el estilo. ¿No es así?
Sin embargo, las palabras "nuera" y "yerno" no suenan tan mal. En la
cacofonía de la palabra radica la mayoría de los inconvenientes, pues
tenemos la tendencia malsana de enfrentar a los suegros con cierta
predisposición negativa.
Muchos problemas entre ellos y tú pueden pasar por los celos, que en
definitiva son celos mal entendidos por ambas partes.
Es preciso actuar con amor por sobre todas las cosas. Con mucho amor.
Piensa que gracias a esos "padres políticos" tienes a esa persona a tu
lado. No seas posesivo, ni le impidas a tu cónyuge ver a sus padres.
Organiza reuniones con ellos. Trata de ganarte sus corazones frente a
cualquier situación negativa que se presente.
Piensa profundamente en ello. Y en especial: envía amor y recibirás amor.
Lucha desesperadamente con tus propios celos. ¡No tienen razón de ser!
CUANDO HAY QUE CONVIVIR
Es una completa mentira el tratar de engañarte al pretender que no tendrás
que convivir con la familia de tu cónyuge. Al amar a tu pareja, tendrás
que aprender a convivir con su familia, padres, hermanos, primos y quizá
un día los llegues a amar también.
Es muy probable que llegues a convivir más con algunos de sus familiares
que con algunos de los tuyos con los que no tienes tanta afinidad.
Nunca propicies enfrentamientos, si hubiese algún familiar de tu pareja
que te agreda, simplemente ponlo en su lugar haciéndole ver que lo que
obtendrá de ti no es una riña, sino un acuerdo de respeto mutuo.
Nunca pongas a tu cónyuge en la disyuntiva de tener que elegir a quién
dará la razón si a su madre o a ti.
Jamás podrás competir con el cariño de
tus suegros, son amores totalmente diferentes. Cada quién tenemos nuestra
propia posición.
Si respetas, te respetarán y si no lo llegasen a hacer,
simplemente en forma tranquila hazle ver la situación real a tu cónyuge y
verás cómo él mismo, tomará las medidas para apoyarte sin sentirse
manipulado para darte tu lugar.
También será importante dedicar tiempo a nuestra pareja, discutir los
conflictos con los padres entre los dos, siguiendo unas reglas básicas de
comunicación, no usar insultos ni recriminaciones hacia la familia
política, tengamos en cuenta que son sus padres a pesar de todo. Utilizar
un lenguaje sosegado y tranquilo, e intentar buscar soluciones que los
reconforten a los dos. Será importante también con la pareja, saber
separar los momentos y distribuir los tiempos, no podemos estar siempre en
casa de los padres de uno, por ejemplo, y nunca en los del otro, este tipo
de cosas a la larga generar suspicacias y enfrentamientos.
El poco tiempo que tienes libre úsalo para disfrutar de estar juntos.
Nuestra pareja puede sentirse abandonada y defraudada, ten en cuenta que
tu familia ahora son tu mujer y tus hijos y que tus padres estarán en un
plano diferente, tu función con ellos será de ayuda y apoyo cuando lo
necesiten, pero no siempre.
La relación con los suegros no tiene por qué ser tan mala, ni tampoco
maravillosa. Lo importante es que siempre haya respeto y no nos quejemos
continuamente a nuestra pareja de la forma de ser de sus padres. No
podemos caer en el error de pasar de la familia y luego acudir a ella
cuando tenemos un problema. Se dice que, hay que estar en las buenas y en
las malas, y es verdad. Si la familia política te ha demostrado su apoyo
en alguna ocasión, deberás corresponder en la misma medida. El respeto a
ambas familias debe ser mutuo. Así aprenderán a pulir ciertos límites y
conseguirán que nadie se sienta herido. Los hijos aprenderán de ti la
actitud que deben mantener hacia las personas mayores. Seguramente hablas
de tus padres con gran cariño y respeto, pero ¿actúas igual cuando se
trata de tus suegros? Si les menosprecias, les criticas o no tienes
paciencia con los cambios propios de la vejez, tus hijos aprenderán
posiblemente que ésa es la actitud normal y correcta hacia los ancianos y
te tratarán así cuando te hagas mayor. No te olvides nunca de que la clave
para educar y transmitir valores a los hijos está, precisamente en
predicar con el ejemplo.
Hay muchos sentimientos relacionados que suelen aparecer al tratar con los
suegros: miedo, amor, dudas, o todos juntos. La única solución no es
esperar a que tu familiar se adapte o cambie su comportamiento a la forma
que nosotros esperamos, también queda la opción de aceptar ciertos rasgos
que parecen molestos, pero que en realidad no lo son tanto. Trata de
disfrutar de las cosas buenas y de aumentar tu nivel de tolerancia, para
pasarla mejor.
Todos los cambios necesitan un proceso de adaptación, y los padres muchas
veces pueden sentirse excluidos de la nueva vida de sus hijos, y culpar de
ellos a sus nueras o yernos. Comenzar una pelea por una primera mirada o
frase, no mejora ninguna situación.